El calentamiento global y la salmonicultura amenazan a los bosques de algas gigantes de la Patagonia chilena

Una investigación del Instituto de Ecología y Biodiversidad indica que los ecosistemas de macroalgas en tres áreas protegidas del extremo sur de Chile presentan riesgos derivados de la cría industrial de salmón y el cambio climático

INTERNACIONALES28/01/2025ecovida ambienteecovida ambiente
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Los prístinos bosques de algas gigantes en la Patagonia chilena están sintiendo la presión de las olas de calor marinas, la cría industrial de salmón y las flotas de barcos asociada a la acuicultura, según revela una investigación del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), un consorcio de varias universidades de Chile.

Los puntos críticos de riesgos se concentran en los fiordos de la reserva nacional de Guaitecas, al norte de la Patagonia chilena, donde la salmonicultura intensiva se muestra como la amenaza dominante. “Esta actividad incluye tanto las concesiones de salmonicultura [existen más de 300 concesiones otorgadas] como las flotas de transporte asociadas a esta industria, que generan impactos importantes en los bosques de algas gigantes, particularmente en los fiordos centrales de la reserva”, dice la principal autora del estudio, María José Martínez-Harms, académica de la Universidad Santo Tomás e investigadora de IEB y del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera, en conversación telefónica con este periódico.

Muy cerca de esa área protegida, en el parque nacional Isla Magdalena, en el estrecho sur de Chile, también han detectado un mayor riesgo, pero en este caso el cambio climático emerge como la principal amenaza, amplificado por las actividades de salmonicultura que son menores a las de Guaitecas. Martínez-Harms explica que los escenarios con mayores riesgos incluyen la combinación de aumento de las temperaturas y de la salmonicultura. “En escenarios sin cambio climático, las concesiones acuícolas siguen siendo un factor significativo de riesgo, pero el cambio climático exacerba la amenaza general”, explica.

Aunque los centros de acuicultura de salmón no siempre están ubicados sobre los hábitats de los bosques de algas, los efectos del uso de nutrientes y tratamientos químicos pueden extenderse a esos hábitats, indica el estudio que evalúa los riesgos que enfrentan estas áreas protegidas. El estudio detecta que, en menor intensidad, la Reserva Kawésqar, en la Patagonia más austral, también presenta niveles de riesgo asociados al calentamiento global y la industria salmonera.

Esto ha causado especial preocupación entre los investigadores del IEB, pues estos bosques de algas son auténticos sumideros de carbono que ayudan a la mitigación y adaptación de los efectos del cambio climático, lo que es particularmente relevante en esta región con aguas frías y bien oxigenadas que favorecen el crecimiento de estas algas. Uno de sus mayores atributos está en su capacidad de disminuir la fuerza de las olas y controlar la erosión, protegiendo a las costas de eventos climáticos extremos. Pero también actúan como filtros biológicos, eliminando excesos de nutrientes que podrían causar eutrofización –un fenómeno que ocurre cuando aumentan los nutrientes en el agua, superando la capacidad del ecosistema para asimilarlos–, manteniendo así la calidad del agua y la salud del ecosistema.

Las macroalgas actúan como ingenieras de ecosistemas, pues tienen capacidad de estructurar por completo un hábitat; y al mismo tiempo son refugios para una gran diversidad de organismos marinos. La especie Macrocystis pyrifera –más conocida como huiro flotador–, puede alcanzar hasta los 70 metros de altura. Es de color pardo y habita en las costas del Pacífico de América.

Aunque las algas gigantes se encuentran distribuidas a lo largo de toda la costa chilena, las localizadas en la Patagonia chilena destacan por ser uno de los pocos hábitats marinos que aún se encuentran casi sin alteración por actividades humanas a nivel mundial.

El cultivo, una solución

Las algas son utilizadas como alimentos, y en industrias como la farmacéutica, cosmética, vitivinícola y ganadera. Y Chile se ha consagrado en las últimas dos décadas como el principal productor de Occidente y el sexto del mundo. Pero la mayoría de su producción está basada en la extracción desde praderas marinas, lo que expertos han advertido puede representar un riesgo de deforestación. Carolina Camus, directora del Núcleo Milenio de Agronomía Marina de Algas (MASH), ha dicho que una solución más sustentable y resiliente está vinculada con el cultivo de las algas. “La ventaja de cultivar no es solo que nos provee de biomasa y libera la presión de las praderas naturales, sino que además nos ofrece servicios ecosistémicos [beneficios aportados por ecosistemas a las personas]”, comenta.

La investigadora, que expuso en Congreso Futuro 2025, uno de los eventos más importantes de Latinoamérica de divulgación de la ciencia, indica que en Chile se podrían cultivar, al menos, una decena de especies de macroalgas, pero solo se han centrado en el alga roja nativa llamada pelillo. “Debemos apuntar hacia una acuicultura distinta, restaurativa, y no solo la que está basada en la producción de una especie, sin importar el impacto”, señala.

Fuente: elpais.com/

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