
El derecho desde el territorio: el modelo latinoamericano de Clínicas Jurídicas Ambientales
Las Clínicas Jurídicas Ambientales reinventan el derecho desde el territorio para enfrentar la crisis climática con justicia y compromiso social.
Especialistas del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET), junto a otros participantes, sostienen un proyecto colaborativo de más de una década de desarrollo que involucra a habitantes y visitantes del canal Beagle, quienes identifican las ballenas jorobadas que ingresan al canal Beagle, Tierra del Fuego.
CIENCIA Y AMBIENTE14/02/2025Esta iniciativa, surgida en el año 2013, combina relevamientos sistemáticos -a partir de salidas regulares- por parte del equipo, con registros enviados por las tripulaciones y pasajeros de embarcaciones turísticas locales. Estos registros permiten diferenciar a los distintos individuos de la especie, principalmente a partir del patrón de coloración blanco y negro de la parte inferior de su aleta trasera (superficie ventral de la aleta caudal), único en cada ballena.
La bióloga Natalia Dellabianca detalla: “el objetivo es saber, a través de la individualización de ejemplares, cuál es la cantidad de animales que ingresan al canal, cuánto tiempo permanecen en la zona, si estos mismos animales vuelven otras temporadas y si pertenecen a las poblaciones que se reproducen en el océano Pacífico o en el océano Atlántico”. El conocimiento sobre la fidelidad al sitio, el tiempo de permanencia y la procedencia de las ballenas jorobadas en el Canal Beagle proporcionan información fundamental, con implicancias tanto para la conservación de la especie en la zona como para la actividad turística local.
En el marco de este proyecto con más de diez años de desarrollo, se está presentando una actualización del catálogo de fotoidentificación [DESCARGA AQUÍ], que acumula un registro de casi 200 jorobadas identificadas y localizadas en la zona del Beagle, en el que han participado más de quinientas personas entre población local, turistas, fotógrafos y tripulantes o capitanes de embarcaciones. A partir de un diseño simple y atractivo en lo visual, el catálogo cuenta con una breve descripción histórica y una delimitación geográfica del proyecto, del procedimiento para su confección y de la especie involucrada. El cuerpo del trabajo muestra el desglose de las imágenes identificatorias con sus respectivas referencias, que han permitido generar en esta década un total de 4 ediciones, para terminar con una serie de simples recomendaciones para un avistaje responsable.
A cada individuo identificado se le asigna un código de individualización, además de un nombre de fantasía que es elegido por la persona que aportó el primer registro del animal. Es así como en el catálogo se encuentran numerosos nombres en lengua/idioma yagán (pueblo canoero que habitaba la zona), y otros nombres con algún valor sentimental particular para el autor de la foto. Shima, cuyo nombre en yagán significa “agua” fue identificada por el proyecto por primera vez en 2018 y desde ese entonces, volvió a la zona cada año, convirtiéndose así en la ballena más reavistada en el canal hasta la fecha.
Agustina Dellabianca comenta “Cada nombre tiene una historia detrás, fue muy lindo el caso de la ballena #131 del catálogo llamada Temperley por una fotógrafa colaboradora del proyecto. Ella la bautizó en honor a su club de fútbol y ciudad natal, donde luego le hicieron una nota especial en el diario local por este tema”.
Mónica Torres, también responsable del proyecto, agrega: “Otro objetivo importante es generar interés en una comunidad que mira al mar, con las ballenas quizás como primeras embajadoras. Este acercamiento y sentido de pertenencia es clave para la construcción de una interacción respetuosa con estos hermosos animales y con su ecosistema en general”.
Actualmente, la observación de ballenas se realiza de manera oportunística, como parte de un recorrido preestablecido que incluye otras atracciones turísticas, por eso Dellabianca señala que “los resultados de este proyecto permitirán también evaluar la factibilidad de desarrollar el avistaje de ballenas como una actividad turística principal, lo que beneficiaría al sector y facilitaría la implementación de regulaciones adecuadas. Además, estos antecedentes serán clave para identificar y mitigar los posibles impactos de esta interacción.”
En el marco del proyecto Jorobadas del Beagle se realizan asimismo charlas informativas a la comunidad náutica y público en general, y la entrega de catálogos impresos como material de divulgación. El proyecto cuenta con el apoyo de la organización de conservación de la naturaleza WCS Argentina y del Comité de seguimiento del Compromiso Onashaga.
Fuente: Prensa CADIC CONICET
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